Para describir el universo de Julián Usandizaga (Juncal 1932 – Rosario 2020), no alcanza con decir que fue un reconocido dibujante, grabador, profesor y artista. Estudió en la Dante Alighieri y se graduó en la Escuela Superior de Bellas Artes de la Universidad Nacional del Litoral (U.N.L.). Se especializó como grabador en Barcelona y estudió con los maestros Marcelo Dasso y Juan Grela. Fue profesor en la Escuela Provincial de Artes Visuales de Rosario y en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad Nacional de la ciudad. Cosechó, además, reconocimientos nacionales e internacionales. En el año 2006, recibió el título de Profesor Honorario de la U.N.L., cuya resolución dice que: “formó generaciones de artistas con su talento y predisposición”. Es, y me atrevo a decir será, “uno de los dibujantes más brillantes de la Argentina”.
De la mano en la lata, a la batalla contra “las latas”
La mano del dibujante hurga, revuelve, elige dentro de la lata. Saca una galleta, la ofrece y dice: “no sé cuánto tiempo llevan aquí dentro”. Se ríe, sube el volumen de la radio, comenta algo real o irreal, físico o metafísico, invita a que te prepares un té o un café mientras espera que lleguen todos sus alumnos. Anda en bicicleta a la vieja usanza, con los broches de la ropa ajustando la botamanga del pantalón. Y si ve a una persona que le parece que está triste, o presiente que le pasa algo, se detiene, apoya la bici contra la pared, se le acerca, le hace alguna pregunta que lo descoloca y después se va. “Así lo saco de ese momento, de ese estado”, dice, mientras libra una batalla aparte contra “las latas” (los automóviles) y quienes andan dentro rozando las rodillas del ciclista.
Julián Usandizaga: una genética migrante
En el prólogo del libro que lleva su nombre, escribe que para él no fue difícil arraigarse acá: “ciudad ‘chacarera’, destino final de italianos, tobas y pueblerinos, Rosario es un medio favorable para mi genética migrante, heredada de un abuelo vasco, uno yugoeslavo y un bisabuelo genovés. No sabría dónde ubicarme en la Feria de las Colectividades; yo soy de aquí. Ciudad sin dos casas iguales, Rosario se resume en la diferencia”.
Una exposición de “Pepitos”
Miro las hojas que guardé durante mi paso por el taller de Julián y encuentro diferentes pasajes de grises y claroscuros, de líneas peladas y peludas, de altos a bajos contrastes y algunos “Pepitos”. Quien transitó el taller, tiene colgado en una pared, o celosamente guardado en carpetas, “un Pepito” o alguna dedicatoria deseándole éxitos.
¿Que son los pepitos? Son dibujos. En algún momento, Julián tomaba un papel y realizaba un dibujo que explicaba un concepto teórico o práctico de la clase. Después, lo firmaba con una especie de seudónimo humorístico: “Pepito”. Se lo regalaba al alumno y lo acompañaba con su inolvidable sonrisa: “tome, ya tiene el suyo. Me pregunto: ¿a nadie se le ocurre organizar una exposición de Pepitos?”.
No es simple lo que parece
Su clase va desde algo que parece tan simple cómo tomar el papel entre los dedos, hasta la complejidad del cómo y el porqué es una tarea fundamental sacar punta al lápiz. El lápiz es una herramienta de trabajo, y como tal, debe ser tratada con el debido tiempo y cuidado. No siempre lo simple es lo que parece.
Julián Usandizaga y El Tesoro de la Juventud
En el prólogo de su libro, Julián profundiza una reflexión que siempre encaraba con sus alumnos: “quizás fue en El Tesoro de la Juventud donde me enteré que viajamos a 30 km. por segundo alrededor del sol, y me lo creí. Después, me fui enterando que antes no estaba y, lenta y progresivamente, que alguna vez ya no estaré. Estar de paso desarraiga y da curiosidad”.
El modo y la moda
Muchas generaciones pasaron por su taller, y muchos lo consideran algo más que un profesor. Dejó cosas muy importantes, no sólo en la plástica o en el acto creativo en sí, cosas que se convierten en valores de vida. Faltabas por una gripe o un resfrío, te llamaba y te preguntaba sin tutearte: ”cómo anda, cómo se siente”. Intocable por generaciones, defendido a ultranza por quienes transitaron su casa-estudio. “Lo importante es el modo. No la moda”, decía. Julián es el dibujante por excelencia que transmitió todo. Alcanza con ir a una muestra de dibujos para identificar a sus alumnos. Claridad de dibujos, claridad de conceptos, claridad de composición y compromiso social. Relataba que aprendió con Juan Grela. Y, a su vez, Juan Grela con Antonio Berni. Entonces, él era nieto (artístico) de Berni. A varios artistas les oí decir que Julián fue como un padre.
Los bisnietos de Berni
Con humor y con especial sarcasmo interpretaba este personaje. “Soy huérfano, ya se murieron todos: mis padres, mi hermano y hasta mis alumnos se murieron y se morirán”. Golpeaba con el puño la mesa: “y yo seguiré acá”. Que se fueron, se irán y nos iremos es una verdad, pero Julián es el ejemplo del maestro que está, que perdura. Generaciones de alumnos, dibujantes y artistas plásticos dicen: “Yo soy el bisnieto de Berni“.
El dibujante que pintó al mundo
Julián fue mucho más que este puñado de anécdotas. Es el dibujante que pintó su aldea como jamás nadie la pintó, con la misma minuciosidad y sensibilidad que la punta del grafito que movía en imperceptibles círculos sobre el papel, debajo de una lupa eterna.
Homenaje a Julián Usandizaga
El 22 de septiembre, el Área de Derecho del Arte del Centro de Investigaciones de Filosofía Jurídica y Filosofía Social de la Universidad Nacional de Rosario celebra las Jornadas en homenaje a la vida y a la obra artística y pedagógica de Julián Usandizaga. Este evento pretende contribuir al análisis de su obra. Entre otras actividades, se abordará la necesidad y los lineamientos del Derecho del Arte como rama de surgimiento reciente; la comprensión jusfilosófica de la obra de Julián; el derecho de los pueblos al acceso a los bienes culturales; la propiedad intelectual y los bienes comunes. Expondrán, entre otros, el Dr. Miguel Ángel Ciuro Caldani y Juan Ignacio Chia, abogado y ex alumno de Julián Usandizaga. La jornada es de modalidad virtual. Informes e inscripción: [email protected]
PhotoCredit imagen de portada: Alejandro Mensi
